Escuela Miraflores endulza la Feria del Chocolate con sus “Gomirolas”
El pasado 19 de septiembre, la sede Miraflores de la Institución Educativa Francisco Julián Olaya participó con entusiasmo en la Feria del Chocolate, realizada en el polideportivo de Pueblo Nuevo. Con creatividad y trabajo en equipo, los niños y su docente presentaron un producto innovador que conquistó a la comunidad: las “Gomirolas”, unas coloridas gomitas recubiertas de chocolate blanco.
La preparación de este dulce emprendimiento fue fruto de la unión y la curiosidad de los estudiantes, quienes aprendieron paso a paso el proceso de elaboración. Sin embargo, el momento más destacado de la jornada lo protagonizó Andrés Felipe, estudiante de la sede, quien explicó con claridad y seguridad cómo se fabricaron las “Gomirolas”.
Su exposición fue tan precisa y entusiasta que recibió el reconocimiento y los elogios de los profesores presentes, quienes valoraron en él no solo el conocimiento, sino también la confianza y el orgullo con que compartió la experiencia.
La participación de la sede Miraflores en la Feria del Chocolate dejó un balance altamente satisfactorio: los niños se motivaron, la comunidad conoció su creatividad y la escuela se hizo visible en un espacio de integración y aprendizaje.
La Institución Educativa Francisco Julián Olaya felicita y reconoce de manera especial a Andrés Felipe Bedoya Escobar, ejemplo de dedicación y liderazgo escolar, cuyo aporte fue clave para resaltar el valor del trabajo comunitario y el talento de los niños de Miraflores.
El pasado 18 de septiembre, la comunidad de Miraflores abrió las puertas de su escuela para recibir a las delegadas de Invías en una jornada de rendición de cuentas que se vivió entre palabras de gratitud, gestos de fraternidad y la convicción de que la unión transforma los territorios.
El encuentro inició con un desayuno compartido, donde niños, padres de familia, el docente de la sede y líderes comunitarios expresaron con alegría su reconocimiento al trabajo realizado. Durante la reunión, tanto el docente de la sede como el presidente de la Junta de Acción Comunal tomaron la palabra para agradecer la gestión y el respaldo de la entidad, que permitió embellecer la escuela y dotarla de nuevos espacios para la recreación de los estudiantes.
Las delegadas de Invías manifestaron su satisfacción al ver la escuela renovada. “Ha quedado muy bonita”, señalaron, insistiendo en que este aporte, aunque lo consideren solo un “granito de arena”, representa un apoyo significativo para las comunidades rurales y para esas escuelitas veredales que tantas veces son olvidadas por el Estado.
La jornada concluyó con una eucaristía celebrada por el párroco de Pueblo Nuevo, quien, con generosidad y compromiso, acompañó el acto, recordando que la fe y la esperanza también son fuerzas que sostienen a la comunidad.
La Institución Educativa Francisco Julián Olaya resalta con orgullo el ejemplo de Miraflores, donde la gratitud y el trabajo colectivo se convierten en lecciones vivas para todos. Este encuentro no fue solo la rendición de cuentas de un proyecto, sino también la confirmación de que cuando la comunidad, la institución y las entidades se unen, el resultado es mucho más que paredes pintadas: es la dignidad, la alegría y la esperanza que florecen en los niños y en sus familias.
Hoy Miraflores nos recuerda que agradecer es sembrar futuro, y que cada acción solidaria, por pequeña que parezca, deja huellas profundas en el corazón de una comunidad.
El pasado 1 de septiembre, la vereda Miraflores volvió a mostrar lo que significa trabajar unidos por un mismo propósito: cuidar y embellecer la escuela, ese lugar que guarda las risas, los aprendizajes y los sueños de sus niños y niñas.
Desde muy temprano, familias enteras llegaron con escobas, brochas, machetes y, sobre todo, con una gran disposición para aportar lo mejor de sí. Gracias a la gestión del presidente de la Junta de Acción Comunal, señor Ramón Aristizábal, y al apoyo de Invías, se obtuvieron los materiales que hicieron posible transformar la sede. Se pintaron el salón, la fachada, la cocina y los baños; se podó el césped del patio, se organizaron los cercos y la puerta de entrada, se pintó el techo de la escuela y se instaló una caneca de agua de 250 litros . Además, pensando en la alegría de los más pequeños, se instalaron un lisadero y un sube y baja que ya empiezan a ser escenario de juegos y sonrisas.
La jornada no fue solo de trabajo físico, sino de encuentro y de unión. Cada pincelada, cada mano que acomodaba un cerco o levantaba una herramienta, llevaba el sello del cariño por la escuela, entendida no solo como un edificio, sino como el corazón mismo de la comunidad.
La Institución Educativa Francisco Julián Olaya agradece profundamente a todos los habitantes de Miraflores por su esfuerzo, su entusiasmo y, sobre todo, por ese sentido de pertenencia que convierte a la escuela en un símbolo de identidad y esperanza. Acciones como esta nos recuerdan que la educación florece cuando la comunidad se reconoce como parte fundamental de ella.